Acondicionado sobre un saliente rocoso, el parque, que tiene una superficie de 22 hectáreas, domina el valle desde sus altos acantilados

Debido a ello, Marqueyssac es el punto de partida de cualquier visita al Perigord.

Declarados bien de interés público francés, los románticos y singulares jardines de Marqueyssac ofrecen, en torno a un castillo cubierto por un tejado de lajas de piedra de principios del siglo XIX, más de seis kilómetros de paseos a la sombra, rodeados de 150.000 bojes centenarios tallados a mano y acondicionados con miradores, rocallas, cascadas, teatros vegetales, etc.

En Marqueyssac, el boj destaca en una fantasía repleta de movimiento, entre formas redondeadas y podas de porte algodonoso. Se trata de los jardines más visitados del Perigord en la actualidad.

Acondicionado sobre un saliente rocoso, el parque, que tiene una superficie de 22 hectáreas, domina el valle desde sus altos acantilados. Desde el Mirador del Dordoña, a 130 metros por encima del río, se despliega la vista más hermosa del Perigord, testigo de un gran pasado histórico y de un grandioso patrimonio natural. Esta excepcional panorámica abarca todo el valle, sus castillos y algunos de los pueblos más hermosos de Francia: Beynac, Fayrac, Castelnaud, la Roque-Gageac, Domme, etc.

Tras algunas grandes obras de rehabilitación, Marqueyssac abrió sus puertas al público en marzo de 1997. Se trata de los jardines más visitados del Perigord en la actualidad. Acondicionado sobre un saliente rocoso, el parque domina desde sus altos acantilados calizos el Valle del Dordoña. Ofrece una de las vistas panorámicas más hermosas del Perigord.

El paseo se articula en torno a tres itinerarios que llevan hasta el Mirador o Belvedere del Dordoña, que queda a unos 800 metros del castillo. Este formidable balcón sobre el Dordoña está a 192 m de altitud, y a 130 m sobre el nivel del río. Desde él se puede contemplar una excepcional panorámica de todo el valle. Los bojes plantados en el siglo XIX son el hilo conductor del paseo. Se les hace destacar con una fantasía repleta de movimiento.

El sinuoso trazado de los senderos del jardín, las formas redondeadas y la poda de porte algodonoso de los bojes confieren a Marqueyssac dulzura y romanticismo, y armonizan los jardines con las colinas del Valle del Dordoña, a las que están indisolublemente unidos.

Arquitectura

En su forma actual, el castillo es una residencia de recreo de finales del siglo XVIII.

El castillo presenta dos lados muy distintos entre sí. En la cara que da al valle, Marqueyssac exhibe una gran fachada pegada a una torre en el centro, que alberga las escaleras. La parte posterior, mucho más intimista, da al parque y está reservada al solaz de la residencia.

Construido con una gran sencillez, el castillo de Marqueyssac cuenta con una magnífica cubierta confeccionada con el material típico de la región: las lajas o tejas de piedra. La cubierta pesa más de 500 toneladas, y se ha restaurado por completo a lo largo de los cinco últimos años.

El parque dispone de muchos elementos acondicionados en el siglo XIX para hacer que pasear por él resultara grato: miradores, senderos sinuosos, pequeñas escaleras, tres cabañas de piedra seca, una gran explanada dedicada al entretenimiento y a las recepciones galantes, una rotonda, un calvario, rocallas, bancos tallados en la roca, etc.

Todos esos arreglos acentuaron la pintoresca belleza del lugar.

La vegetación

Los Jardines de Marqueyssac se despliegan por un saliente rocoso con una orientación Este-Oeste, y la forma de una proa proyectada sobre el Valle del Dordoña.

Su vegetación espontánea es destacable, porque se ha adaptado al suelo calizo, que tiene escasez de agua, y a una exposición solar particular. La vertiente sur del parque está poblada por encinas, robles pubescentes, arces de Montpellier, madroños, etc. Estas variedades, típicas del área mediterránea, presentan una manifiesta adaptación a la sequía. El nombre «Perigord Negro» de la zona de Sarlat seguramente procede de la encina de hoja oscura y perenne. Por el contrario, en la vertiente norte, más húmeda, crece una vegetación de tipo atlántico representada principalmente por carpes, arces campestres y robles.

En 1861, heredó la finca Julien de Cerval. Apasionado por los jardines, dedicó los últimos treinta años de su vida a embellecer Marqueyssac. Plantó docenas de miles de bojes, que transformaron Marqueyssac en un auténtico «capricho» o «locura», en el sentido que estos términos tienen en el ámbito de la jardinería, es decir, en un elemento de fantasía construido para adornar un jardín. El jardín del Bastión con motivos ondulantes y paseos centrales circulares, es típico de los acondicionamientos realizados en Francia durante el reinado de Napoleón III.

Es un jardín a medio camino entre Italia y el Perigord, con sus terrazas plantadas de cipreses mediterráneos.

En toda la finca de Marqueyssac, la naturaleza salvaje y romántica está engarzada en una red de bojes. Gran amante de la agronomía, Julien de Cerval fue pionero en introducir las variedades ornamentales que encontramos en el parque: tilos, árboles de Judas, cítisos o codesos, plátanos de paseo y olmos. Fascinado por la cultura italiana, plantó en Marqueyssac cipreses y pinos piñoneros. Por último, Julien de Cerval introdujo el ciclamen de Nápoles que en la actualidad conforma fabulosos tapices de colores entre agosto y octubre.

En 1996, durante las obras de restauración del parque, se descubrió bajo la vegetación un paseo empedrado muy antiguo. En sus inmediaciones, se ha plantado santolina gris y romero, dos especies que se adecúan a la perfección a las condiciones locales.